8 de marzo de 2009

Alguna vez

Fui una anfibia en estado larvario

Saber cerrar la página

Mi retribución ha sido bastante escueta.

Día a día encuentro pequeños esbozos de ustedes en mi bandeja de correo electrónico.

Ayer un amigo poeta hablaba del momento en que valientemente dejamos el lápiz sobre un texto "acabado" y lo dejamos ser, respirando en su propio ritmo y en el de quienes lo leen, procurando hacerlo parte de su biografía.

Carrusel de Anfibios surgió por una necesidad vital más que escritural; aunque poco a poco fue perfilándose como una opción de libro que espero materializar tras poner término a la constitución de Arcada, su predecesor en el tiempo y en el espacio.

Creo que es hora de cerrar, como una traslación temática y de biografía.

A nuestra manera hemos inventado diálogos más allá de las fronteras y sus bordes. Eso sí, no querría perderlos. Junto con este blog abrí otro que me preocupé de acariciar muchísimo menos.

Hoy decidí retomarlo, pero necesito que me ayuden a hacerlo latir. Por eso, dejo mis huellas y espero seguirlos de una forma mucho más activa.

Muchísimas gracias a cada uno; especialmente a
Almendrarei
Mi amiga Maga
La paciente n° 24
El baterista que escribe
Flashback tour
La hija del viento
GreGre
Pablo Palma

Y todos aquellos que quedan en el tintero, entre los que cuento a quienes escudriñaron sin hacérmelo saber.

Les propongo encontrarnos en un nuevo lugar; más libre, más colorido, aunque no menos alegre y dramático.

http://www.rocesyexilios.blogspot.com/

Porque este adiós es apenas el atisbo de un nuevo comienzo.

Un beso a cada uno. Un abrazo de Anfibia.

13 de enero de 2009

Fiesta (Alejandra Pizarnik)

He desplegado mi orfandad
sobre la mesa, como un mapa.
Dibujé el itinerario
hacia mi lugar al viento.
Los que llegan no me encuentran.
Los que espero no existen.
Y he bebido licores furiosos
para transmutar los rostros
en un ángel, en vasos vacíos.

El rencor de la Buganvilia


Anguila

Decir sí
cuando introduces una llave
en la cerradura
Como un dedo hundido
en el lagrimal
Y la noche
que nos abre
sus ventanas.

12 de enero de 2009

Lemnisco

A la izquierda de todos los astros
destila mi luna
nostalgias de plata.

Marantha


Universal

El agua era un capricho
para los cabellos deformes.

13 de diciembre de 2008

.

Cuéntame si sonríes
Dime cuáles son las líneas
que te bosquejan el párpado.

De mar a marea esta savia nos improvisa
Ardemos en el tránsito celeste
Como un sueño
Como un subterfugio incorporado al oleaje.

Cuéntame cómo es el sol allá afuera
Dime si sonríe la luna en este hartazgo.

10 de diciembre de 2008

Bodhran

Pajarito alas filudas sobrevuela los verdores del omóplato. Sus pequeños cortes abren gajos de piel. La savia mana chorreando fertilidad al mundo, como si una pluma nos dispensara células a nosotros que somos animales vulnerables.

Hubo un tiempo en que sus patas tensaban las hebras de las hilanderas, y el tejido iba adoptando formas físicas, pastoriles y leyendas.

Pajarito alas filudas baila coros para los dioses
Luego cae a un charco, empapado de estrellas y líquido seminal (Es un fertilizador en el cabello de las Ménades)

Todo héroe se precia de animal en el momento en que asume la fiereza de su conquista.

Paráfrasis del Envoltorio



Era un pez azul
que simulaba magia
en las noches de lluvia.

Maleza:

Acariciar con los dedos
el movimiento
del agua.

Taciturna

es un hada despeinada
que juega a acariciar
las escamas
de los peces.

Preámbulo de Distracción

Entonces, yo miraba hacia el otro lado
como si todos nuestros monólogos
semejaran lanzas
o ventosas
de sanguijuela.

Nran Guyne

Fotografía: David Velez. Nueva York. 8 de Diciembre de 2008.

Un poco de calma (Cecilia Vicuña)

Y nos acostamos desnudos
como si fuéramos a hacer algo
y no hacíamos nada más que rozarnos
pecho con pecho
mis pezones
y los tuyos
los míos blandos
y los tuyos duros
Yo te los ponía en la boca
y tú te arrancabas
y me decías:
"Cecilia, yo no respondo
si tú..."
y yo te dije:
"No importa que no respondas
porque yo no te voy a
preguntar nada".

9 de diciembre de 2008

Decúbito dorsal

Nuestro primer hijo nacerá de pie
con la carne al aire
y antifaces de espuma.

No sabremos cómo decirle, y cuando debamos explicar que tú y yo... Entonces inventaremos morisquetas y sonreiremos mordiéndole suavemente las manos.
Enterraremos el exceso de placenta y su alumbramiento será siempre un próximo parto, un hermano bastardo, un coito a medio terminar, porque los telares son también agujas que desenhebran colores en los volantines.

Nuestro primer hijo vendrá de espaldas,
como si al hacerlo
tú y yo nos hubiésemos mordido
las zonas frágiles del abandono.

Su llanto será un enredo de Corrihuelas floreciendo a los pies de nuestra madriguera, y cuando se mueva celebraremos la pulcritud con que la naturaleza asoma, siempre tras un cardo con su violeta a medio usar. Yo le diré cuánto omitimos y que el verbo es un accidente contradictorio en la precisión de su juntura.

Nuestro primer hijo traerá un salvajismo inadecuado.

Entonces, lo llamaremos "Gnomo del Bosque", "Caracolito Disperso", "Salto de Agua" y luego lo cargarás sobre tu espalda balanceándolo como un carrusel que ante la sombra (no) cede.
Cuando lo veas venir de este abrasador agujero, toca levemente sus ojitos aferrando tu boca a la premura.

Nuestro primer hijo nacerá húmedo
y yo voy a lamerlo hasta sentir que es mío,
tan de coralitos y líquenes y musgos
que luego deberé dejarlo ir.

Tú vas a decirme que ya está, tocaremos el vacío que me nace en la matriz y nos repetiremos concienzudamente que se hace tarde, y ya no estamos para estas cosas.

8 de diciembre de 2008


Inquietud del Sosiego

Decir que basta un terroncito de azúcar, dibujando mentalmente un viaje en autobús.
Un conejo, un papelito blanco escrito en clases durante el primer día. Aquellos muros con epígrafes y lamentaciones.
Una manzana; un triángulo isósceles. Doblamos la página 14 de ese libro que nos grafica la soledad.
Y vamos viendo. Y vamos coreando seguimientos o carcajadas. Todo mental, como si la llamarada nos extinguiese.
Decir que nos gusta el marrasquino, que somos lobos, que no tenemos miedo, y morir de rabia y de amor conformes a los estímulos que el agua genera.
Conocer las cosas por sus nombres pero aún así bautizarles el borde. Por ejemplo, a una cereza llamarla "Amparo" o decirle "no me olvides" al gato de cerámica.
El cuerpo continúa siendo un diccionario de cambio constante. Nos lo revela nuestra última sonrisa, el siguiente parpadeo, la crucifixión de las mariposas; como tú y yo confesando diademas bajo la lluvia.
La madre le dice a la hija que un suspiro jamás estorba. Ella, en cambio, cierra la boca, pues no soporta la pesadez de su onomatopeya, y masticar es cuestión de costumbre.
Inquietud que el sosiego genera. Descubrir en el suelo una fotografía tamaño carnet o vernos a ti y a mí bajo un paraguas en pleno día soleado.
(El sujeto de la imagen sonríe. Sostiene un bolígrafo. Escribe su nombre, pero no se convence)
Los perros mueven la cola.
El aceite saturado de los fritos de coliflor es un laberinto semejante a la intervención de los monólogos. Como cuando yo pienso en dientes de león y te transmito telepáticamente el mensaje. Entonces, tú elevas un deseo por mí y yo nada más soplo, mirando el cielo que enrojece.
Yo te diría que insignificancias como ésa inspiraron "Alicia en el País de las Maravillas", sólo que ella merodeó el vértigo que nosotros jamás pactamos.
Decir que somos anfibios y declararnos constitutivos de aquella taxonomía. Habrá que analizar las variaciones del agua, los cambios climáticos, la muda de piel.
Sentarse a esperar el paso de un tren o escuchar cómo un reloj canta desenfrenadamente las doce.